DEL MISMO BORDE y otros relatos fantásticos
18 de septiembre de 2024
Frank G. Rubio
Thomas Owen (Gérald Bertot) nació en Lovaina en 1910 y falleció en Bruselas en el 2002. Escritor belga, francófono, es autor de una potente obra constituida fundamentalmente por una extensa producción de historias cortas de fantasía. La Biblioteca del Laberinto publicó en el año 2020 una recopilación de once relatos de este autor, escasamente conocido por los lectores españoles. La traducción, tan esmerada como acostumbra, fue realizada por Francisco Torres Oliver. Quien tradujo también en su momento el relato Testimonio para el volumen de HP Lovecraft, publicado por Alianza Editorial en 1971, Viajes al otro mundo. Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter. En 2012, Edward Gauvin, en un texto sobre la pequeña narración citada, publicado en Weird Fiction Review, escrita en homenaje al Maestro de Providence recalca:
Me sedujo la siniestra gentileza de los fabulantes belgas: una insistencia fastidiosa, casi quisquillosa, siempre divertida, en apariencia, unida a un sentido de la picardía y, a veces, del espanto. A diferencia de los franceses,más salvajes, los fabulantes belgas prefieren socavar furtivamente lo cotidiano y lo doméstico, favoreciendo un realismo meticuloso que hace que los elementos fantásticos sean aún más fascinantes y perturbadores. Con ingenio desenfadado, idearon una literatura nacional de los sueños.
El volumen pues es único, por ser la primera traducción a nuestro idioma de un autor, más que consistente y relevante, con excepción del relato Ceremonial nocturno (1966) publicado en “El Grito 0” (1986) traducido por Joaquín Palacios Albiñana. La cuidada edición contiene un artículo bio bibliográfico procedente de la Academia Real de la Lengua y Literatura de Bélgica. Los relatos proceden de diversas antologías; el autor, amigo de Jean Ray (1887-1964), llegó a escribir casi trescientas historias. La obra de Owen incluye varias novelas de detectives que alcanzaron gran popularidad en su tiempo, de algunas se realizaron adaptaciones cinematográficas. Dos filmes de José Ramón Larraz (1929-2013) se inspiran en obras suyas: Symptons (1974) y Vampyres (1974).
Interesado en el surrealismo escribió como crítico de arte en varios periódicos antes de la Segunda Guerra Mundial con el seudónimo de Stéphane Rey.
Salvo dos relatos procedentes de 1972, todos los demás fueron publicados en 1943 o 1945. Algo muy sutil y venenoso se desliza en el desarrollo de estas narraciones mágicas y terroríficas, senderos extraños cuya afinidad con el gran guiñol permite vehicular un desenmascaramiento de los escenarios antropológicos en que desarrollan sus tramas. Al menos siete de los relatos se desarrollan en espacios rurales o apartados del trasiego urbano. El castellano, por ejemplo, localizado en una casa semi ruinosa, nos ofrece una narración especialmente siniestra protagonizada por el Diablo y unos viajeros. La venganza y el sentido del humor no están ausentes, pensemos en El viajero y El testamento del señor Breggins, respectivamente. Destacar Véra, una fantasía decadente de tema vampírico, intensamente y oscuramente romántica, o el extraño y surreal relato que da título a la recopilación y la inicia: Del mismo borde. La muerte y su persistencia entre los vivos, un estar “casi muerto”, es objeto de la agreste fantasía: Polvo eres.
La bola negra o La presencia desolada nos hablan de los precipicios circulares que acechan en el camino y las posadas a los viajeros poco precavidos.
En general no es un terror brusco sino poco definido y escurridizo pero cuando te atrapa no tienes ya escapatoria. A sus relatos no les es ajeno un erotismo enfermizo o malsano, ni una cadencia onírica.
Lectura obligatoria y gozosa para todos los aficionados a la fantasía, el terror y el Misterio de la que podemos disponer gracias al buen oficio de Francisco Arellano (1953-2022).
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