EL REGRESO DE LOS DESCATALOGADOS
13 de noviembre de 2024
A modo de Introducción.
Tampoco hay que creer que el hombre es el más antiguo o el último de los amos de la tierra, o que esa combinación de vida y sustancia discurre sola por el universo. Los Grandes Antiguos eran, los Grandes Antiguos son, los Grandes Antiguos serán. No conocemos nada del espacio sino por intermedio de ellos. Caminan serenos y primordiales, sin dimensiones e invisibles para nosotros. Yog-Sothoth es la puerta. Yog-Sothoth es la llave y el guardián de la puerta. Pasado, presente y futuro, todo es uno en Yog-Sothoth. Él sabe por dónde entraron los Grandes Antiguos en el pasado y por dónde volverán a irrumpir otra vez.
Siguiendo con la convicción que si alguien lo ha dicho ya, y de una manera adecuada, no tiene sentido andar citándolo de nuevo de modo camuflado, voy directamente a traducir lo que Joseph Farrell ha escrito en uno de sus últimos artículos, por estar directamente relacionado con lo que he mencionado en diversos lugares como “regreso o retorno de los Descatalogados”. Para mí es el leitmotiv central del apocalipsis sintético que vivimos. Sintético no significa ineficaz. Una simulación del fin del mundo puede traer el Fin del Mundo o cosas peores. Pensemos en lo que ocurrió en Chernobyl en 1986: URSS / Ucrania… durante la “era de la transparencia”. Una prueba de seguridad hizo estallar los reactores. A partir de entonces se entró, al menos en lo que hoy se autodenomina Rusia y Ucrania, en la “era de los sarcófagos”…
La introducción de la categoría de “emergencias”, provocadas por acontecimientos naturales o no, la reconsideración como tales de acontecimientos más o menos comunes o cíclicos, la filtración de lo real (“mass media” mediante), una parte significativa de lo cotidiano, como catástrofe, podría ser parte de una estrategia de configuración de una sensibilidad proclive a la percepción de “alarmas planetarias”. Miedo inducido o gestionado de manera colectiva y programada, con mayor o menor conexión con las realidades. Una modulación de la sensibilidad con “criterios” milenaristas en parte, similar a la que ha acompañado a lo largo de siglos numerosas revueltas y revoluciones en nuestro entorno histórico y geográfico. Aquí intersectan lo político y lo religioso.
La categoría de “lo utópico” viene en parte de estos andurriales arquetípicos: vivencias colectivas violentas, guiadas por visiones de transformación donde lo despótico se vive edulcoradamente como solución, que han afectado en ocasiones a sectores bastante amplios de las sociedades occidentales. Recordemos la emergencia COVID-19 y su postulación de confinamientos y control exhaustivo de las conductas. No se podía saber…
También se puede programar una sensación de abandono en las multitudes e ir generando expectativas para la irrupción de una presencia providencial: el protocolo “esperanza”. Hay mucho de esto, por ahora de manera embrionaria, en lo que esta ocurriendo en nuestro país con las últimas inundaciones vinculadas a la gota fría y a una penosa gestión tecnocrática de décadas.
“Emergencias” hoy significa que suenan las sirenas y los megáfonos y que hay que obedecer a las autoridades pero también, como estamos viviendo, puede significar dejar a la gente a su aire, abandonarlos a la anarquía, para preparar la llegada de alguna instancia superior ordenadora a las presuntamente autorizadas y legitimadas hasta ahora. En las que incluyo a la ONU, cuya inutilidad y sectarismo estamos contemplando en la sana lucha que Israel mantiene con los terroristas musulmanes.
¿Significa que todo es parte de una conspiración, de un plan? No. Significa que hoy todo es susceptible de manipulación, no sólo la difusión de las noticias o las ideas. Los bulos en las redes sociales o en la vida son naderías comparados con los mensajes continuados de corte propagandístico de los medios de comunicación hegemónicos. Y consecuentemente todo es manipulado porque la clave de bóveda de nuestro sistema de dominación es la mentira con relación a los gobernados. Con relación a las clases dirigentes hablamos de autoengaño, estas han puesto una confianza casi religiosa en la Técnica y los expertos. Añadiremos que de ello sacan numerosos réditos económicos y políticos, nada indirectos.
La visita de los reyes de España a una localidad valenciana afectada por una catástrofe, que podría hacerse evitado o paliado con un buen funcionamiento de los mecanismos existentes, donde sus palabras y gestos dejaron claro su alineamiento con la versión oficial, pero no con el estilo pedestre del payaso que ocupa ahora la presidencia del gobierno, muestran la mediocridad cognitiva de nuestra clase dirigente mejor que cualquier otro ejemplo. Creen realmente en las gilipolleces con las que se intoxican en sus entornos privilegiados y cortesanos. Por lo menos no llevó el pin de la Agenda 2030, conectada directamente, en base a la aplicación de sus medidas, con numerosos desastres que afligen a las poblaciones de muchos países. Mientras los sumidos en el lodo se atascan de televisión y radio, claramente manipuladas, los miembros de la clase dirigente se auto educan en todo tipo de fantasías narcisistas sobre su papel. Pero esto no es “bulo” esto es “conocimiento sí”. La democracia que nos hemos dado.
Entre estas mentiras que van estableciéndose como dogma, salimos ya del barro y nos lo quitamos con la toalla, está la idea, una más entre otras muchas erradas, procedente de ciertas escuelas de ciencias sociales, de que “construimos socialmente la realidad”. Lo que quiere decir que un núcleo interno de nuestras élites se auto atribuye poderes demiúrgicos de corte mágico. Grave error que con diversos formatos ha afectado a las clases dirigentes a lo largo de milenios. Preludia en general su inmediata caída. Quizá me he extendido demasiado pero era preciso hacerlo para que el lector sitúe, lo que va a leer a continuación, en un determinado contexto.
ESCATOLOGÍA DEL PAJARO DODO Y EL MAMUT LANUDO
Con todo el caos que está ocurriendo en el mundo -en su mayor parte provocado por los plutócratas y oligarcas que dirigen «Occidente»- puede parecer terriblemente insensible, impertinente o incluso irrelevante hablar de los mamuts lanudos o el pájaro dodo y su «desextinción», un eufemismo que suena elegante y «científico» para evitar el término que los tecnócratas más quieren evitar; volveremos a esa palabra omitida en un momento. El problema, sin embargo, es que los tecnócratas realmente quieren «desextinción» de los pájaros dodo y los mamuts lanudos. Es el mismo escenario que fue tema central de las películas de “Parque Jurásico”, donde el Cientifismo, representado por un científico bienintencionado pero loco (y finalmente estúpido) , trajo de vuelta, a través de procesos de clonación y demás, varias especies extintas de dinosaurios, poblando una isla remota con ellos (para que no pudieran salir) convirtiendo luego la isla en una especie de parque, mezcla de safari y zoológico, donde uno podía ver a los dinosaurios en vivo y de cerca.
Inserto: hay siete películas ya de “Parque Jurásico”. La primera y más popular data de 1993, la ultima se estrenará en el 2025. Se puede comparar a Titanic, no por motivo de popularidad e ingresos, sino como metáfora de una catástrofe extremadamente significativa para la sociedad en la que tuvo lugar. En el caso de Titanic (1997), los años 20 del pasado siglo. La otra, la “setembrina”, como catástrofe olvidada, y por ello filtrada por nosotros como fantasía, siendo también por ello potencialmente futura. Algo que muy bien pudiera haber sucedido o sucederá en (neo)Atlantis. Continuemos con Farrell:
¿Tiranosaurio Rex? No, gracias. ¿Velocirraptores? Muchas gracias, pero miraré las fotos en la enciclopedia. No soy un menú a la carta para un reptil prehistórico, muchas gracias.
El plan cientifista sale terriblemente mal, los dinosaurios se niegan a cooperar y montan en cólera, lo que permite a “Hollyweird” recaudar una buena cantidad de dinero por la película, sus secuelas y sus derechos de autor y licencias. Pero según este artículo el guión de la película no es sólo un guión. Es un plan, una agenda y un aviso.
Luego remite a este articulo:
Desextinción y resurrección del mamut lanudo por Brian Klaas.
“En 2028, si todo va según lo previsto, un científico narcoléptico de 1,90 m y poblada barba blanca resucitará al primer mamut lanudo vivo en 4.000 años. Y ese mamut -si la ciencia funciona- pronto podrá recorrer, en toda su peluda gloria, las heladas llanuras de Dakota del Norte”.
He escrito antes sobre este tema y sus inquietantes posibilidades, pero este artículo en concreto acierta en muchas de mis principales preocupaciones al comenzar el autor planteando la pregunta pertinente: «…¿es sensato que la humanidad intente traer de vuelta especies que se han perdido para la historia?». O dicho de otro modo, ¿tenemos suficientes conocimientos y experiencia sobre cómo manipular sistemas abiertos complejos, como un mamut lanudo o un pájaro dodo, y sus entornos normales? Con todas las sugerencias recientes en las noticias de modificación y manipulación del clima en relación con los huracanes, mi inclinación personal sería hacia un rotundo «¡No!». Pero, por supuesto que esta no es la motivación que impulsa al cientifista que persigue tales proyectos simplemente porque puede. Pero ¿existe quizás un objetivo más siniestro?
Sospecho firmemente que sí, y este objetivo se revela en la dicción de un párrafo crucial de este artículo. El artículo señala que la bióloga Beth Shapiro buscó y descubrió huesos bien conservados (y, por tanto, muestras de ADN) de un mamut lanudo congelado en el permafrost canadiense:
Shapiro, una de las mayores expertas del mundo en ADN antiguo, buscaba muestras de esos pequeños fragmentos de A, T, G y C que permiten a científicos como ella vislumbrar una historia biológica que hasta ahora estaba fuera de nuestro alcance.
Unos años más tarde, en 2015, Shapiro escribió How to Clone a Mammoth (Cómo clonar un mamut), un tentador examen de cómo los avances científicos modernos están eliminando la ficción de la ciencia-ficción. Relataba cómo los investigadores estaban llevando el ingenio humano a la cúspide de una tarea que antes solo se imaginaba para los dioses: la resurrección.
Y ahí estamos: ya no se habla de «desextinción», sino que se utiliza abiertamente la palabra que «ellos» quieren evitar: «resurrección», y su reserva para “los dioses”. El artículo continúa, al modo «cientificista» habitual, esbozando todo tipo de razones por las que la «desextinción» sería algo bueno, incluyendo el argumento de que sería una forma de combatir la creciente (y en muchos casos alarmante) pérdida de especies en el planeta.
Los transhumanistas han propuesto todo tipo de locuras: inmortalidad virtual mediante la clonación de uno mismo, descarga o carga de recuerdos en ordenadores, robots, interfaces hombre-máquina y todo tipo de cosas «como en los días de Noé».
Sospecho, sin embargo, que esta gente no se detendrá ahí, y la razón es la presencia de esa palabra no eufemística para lo que traman: resurrección. Piense en todos los descubrimientos recientes que harían de tal cosa una tentación creciente: La momia del rey Tut, el cuerpo y la tumba de Gilgamesh, por no hablar de los huesos contenidos en los osarios de todos los monasterios del mundo. Por supuesto que hay obstáculos técnicos, «imposibilidades» que superar. Pero imagínense la tentación que supondría un «interrogatorio arqueológico»: «¿Puede decirnos, Majestad», dirigiéndose a un rey Tut “resucitado”, “cómo era la vida en su reino durante su reinado?”. La tentación de «resucitar» a los sabios y profetas de antaño sería demasiado fuerte para negarla, especialmente en tiempos de gran peligro, y sobre todo si se pudieran encontrar muestras de ADN innegablemente auténticas de esas personas y utilizarlas para tal fin. Hay que superar muchos obstáculos. Pero usted sabe que «ellos» lo intentarán.
Sin embargo, «ellos» no se detendrán ahí. De hecho, «la plantilla escatológica» de sus planes y agendas casi les dictaría que tienen que ir a por el premio gordo, alguien a quien todo el mundo escucharía si fuera «desextinto» por medios tecnológicos, como un burro disfrazado de león, una realidad interior que ocupa el lugar de la realidad actual, un templo corporal -una «copia exacta»- habitado no por el original, sino por una caricatura grotesca. Recuerden: persona y alma no son lo mismo, y ésta es la razón.
Aquí terminamos con la cita, una versión prácticamente literal del texto de Farrell.
Hay que añadir y lo hago de mi propia cosecha, que si alguien se propusiera la resurrección de espíritus selectos, más allá de especies animales o vegetales extintas, no lo haría para que habitaran en un parque de atracciones, trataría de recrear un escenario social completo en algún lugar apartado algo de corte utópico similar a La Villa de El Prisionero.
Las criaturas retornadas, tanto una mantis religiosa como Platón, podrían muy bien adolecer, como hace el monstruo de Frankenstein, de muchas carencias. En general los nigromantes antiguos encontraban mucha resistencia de los fallecidos para encarnar en sus antiguas y ruinosas carcasas y responder a las preguntas que deseaban hacerles. Las respuestas, generalmente presagios, eran exactas y siempre implicaban algo definitivo para el consultante. A veces es peligroso o letal saber.
Gran parte de las catástrofes que se están produciendo hoy, y se atribuyen al cambio climático, son provocadas por planificaciones nocivas, no menos toxicas que los planes quinquenales de Stalin. En realidad podrían muy bien ser, o funcionar, como sacrificios propiciatorios para el gran retorno…¿De quien, qué, quienes? Los Grandes Antiguos o los Descatalogados…
Todos ellos volverían a la vida y si lo hacen, Nodens no lo quiera, con una sed y hambre de milenios, para habitar una casa de muñecas construida por bufones…
¡Y el universo entero arderá!
Galvanizando el pasado, no puede dar para más, luego, lo que se fundan para la jugada.