¡A EXTREMO!
29 de noviembre de 2022
La trashumancia, la inmigración y la España vaciada vertebran una novela que pretende ser la coartada para afianzar en los lectores el interés por tres realidades más próximas e incomprensibles de lo que podríamos imaginar: caminos vacíos y pueblos en decadencia, sumidos en el abandono y que solo necesitan un estímulo, el que miles de inmigrantes pueden aportar con sus ansias de renacer, de cultivar tierras, de guiar rebaños por unas cañadas que languidecen sin remedio. ¡A extremo! articula la historia de Cosme y de Rita, pastores trashumantes retirados en la Sierra de Albarracín, que se ven obligado a auxiliar a una familia africana que busca alivio en su vida y que huye de una organización de trata de seres humanos. Juntos inician por las tierras de España un viaje en el que la soledad de los caminos y el silencio de las noches aúnan la sensibilidad de los que retoman, ilusionados, su pasado trashumante, de los que solo pretenden dar protección a sus hijos y alejarlos de luchas tribales, de terrenos en los que los rastrojos son su único paisaje. ¡A extremo! pretende destacar la relevancia del respeto y de la convivencia acorde de culturas, un equilibrio al que contribuyen una naturaleza y un rebaño que los rodean bajo el halo bucólico propio de la trashumancia. A ello se une el renacer de un adolescente, nieto de Cosme y de Rita, y al que el viaje le sirve para descubrir que existen sensaciones más allá de una pantalla, de un teclado que se ve obligado a sustituir por el cayado necesario para ordenar el rebaño, para ordenar sus propias ideas, sus sentimientos.
Las ovejas, los mastines y los campos dan lugar a que Cosme y Rita recuperen las costumbres y normas ancestrales que durante siglos regularon las relaciones entre pastores y agricultores. Bajo el amparo de las normas contempladas en el Cuaderno de Leyes y Privilegios del Honrado Concejo de la Mesta, de las Ordinaciones de la Real Mesta Casa y Cofradía de Zaragoza, de las Ordinaciones Reales de la Comunidad de Santa María de Albarracín y del Informe sobre la Ley Agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos, se recuperan del olvido valores y principios esenciales propios de la trashumancia, ausentes y necesarios en una sociedad actual deshumanizada: el cuidado y el amor por la naturaleza como reflejo de un ecologismo centenario que prohibía talar árboles para no privar de sombra a los caminos y que guarecían a pastores y rebaños; la sabiduría ya ancestral de mostrar interés por la industria y la lana patria y desterrar lo externo para fomentar una economía que apenas permitía el sustento; la percepción que el hombre tenía sobre la propiedad como muestra de una inmortalidad que se perpetuaba con la herencia; la ceguera frente a una despoblación de la que ya alertaba hace siglos Jovellanos y que persiste en la actualidad, sin que se aporten soluciones para recuperar espacios privados de voces y de pisadas, de adultos y de niños… de vida. La solidaridad, la amistad y la generosidad que se fraguan en los caminos y en los campos, que los protagonistas hacen suyas en la noche al abrigo del fuego, emergen como solución para incentivar la trashumancia, para ensalzar el valor de unas cañadas que se sienten abandonadas y que necesitan un transitar que les devuelva la actividad.
Con una prosa cuidada y un lenguaje natural y emotivo, el autor avanza por una vida y un paisaje actuales, acompañado por la reflexión que subyace sobre la dramática realidad de la inmigración, de la añoranza de lo perdido, de los muros, puertas y ventanas de una España que solo necesita aliento.