BLAS DE LEZO O LA MEMORIA
13 de noviembre de 2013
Todo buen español debería mear siempre mirando a Inglaterra.
Blas de Lezo.
En abril de 1731 Robert Jenkins volvía de las Indias Occidentales al mando del bergantín Rebecca cuando fue detenido por el guardacostas español La Isabela al mando del Capitán Julio León Fandiño. El marino español, una vez comprobado que la carga del Rebecca era consecuencia del contrabando y el latrocinio, no dudó en atarle al palo mayor y cortarle la oreja que luego entregó, como persona educada que era, a su legítimo dueño. Dice la leyenda que Fandiño espetó al inglés: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.
A su llegada a Inglaterra Jenkins se quejó ante el Rey Jorge II y como consecuencia del incidente, exagerado convenientemente por la propaganda antiespañola, en 1739 se declaró la que fue conocida como Guerra de la Oreja de Jenkins.
En 1741 una espectacular flota inglesa al mando del Almirante Vernon se dirigía a Cartagena de Indias para llevar a cabo un ataque a gran escala. El objetivo era asestar un golpe letal al Imperio español y para ello se había preparado una potentísima flota anfibia que sólo fue superada en el Desembarco a Normandía.
Edward Vernon (“Old Grog”) era uno de los marinos ingleses con más experiencia y méritos del momento. Había escapado por poco al terrible desastre que sufrió la flota inglesa cerca de las islas de Scilly, en la entrada del Canal de la Mancha. En el verano de 1707 una flota combinada británica, austríaca y holandesa sitió e intentó tomar el puerto francés de Tolón. La campaña resultó un fracaso y terminó con la victoria de las unidades franco-españolas. El 29 de septiembre de ese año veintiún barcos al mando de Sir Cloudesley Shovell abandonaron Gibraltar poniendo rumbo hacia Inglaterra. Como consecuencia del mal tiempo y la impericia del mando la flota fue arrojada contra las rocas quedando hundidos o seriamente dañados un buen número de barcos. Varios días después del naufragio seguían llegando cadáveres a la costa, entre ellos el del propio almirante Shovell.
La flota que se dirigía a Cartagena de Indias era la mayor vista hasta entonces, 186 naves, 60 más que la Armada Invencible de Felipe II, a bordo de las cuales iban 2.620 piezas de artillería y más de 27.000 hombres.
La casi imposible tarea de defender la plaza corría a cargo del veterano e invicto marino, Blas de Lezo al mando de una guarnición de 3500 hombres y seis barcos.
Blas de Lezo planteó la defensa de Cartagena de Indias buscando el desgaste del enemigo para llegar a un combate final con posibilidades reales. Los ingleses se vieron obligados a permanecer demasiado tiempo en el mar lo que aceleró la aparición de epidemias entre sus tropas. Las desavenencias de la oficialidad británica y el egoísmo y crueldad de sus comandantes provocaron el derrumbamiento físico y moral de la tropa. Blas de Lezo resistió desde primera línea obligando al enemigo a desgastarse excesivamente y llevándole a un asalto final en el que ya no podía ejercer su superioridad numérica.
Las bajas inglesas en la campaña de Cartagena de Indias fueron tremendas, quedando desmantelada la flota de guerra del Caribe.
El héroe Blas de Lezo fue decisivo para que España alcanzara la victoria en la guerra marítima que la enfrentó con Gran Bretaña entre 1739 y 1748. El desenlace de ese enfrentamiento, que reviste todas las características de una guerra moderna por la amplitud del escenario y el volumen de los medios utilizados, permitió a España mantener abiertas sus vías de comercio y el control de los océanos hasta Trafalgar.
Blas de Lezo y Olabarrieta nació en Pasajes, Guipuzcoa, en una familia de ilustres marinos. Tomó parte en numerosas batallas y como consecuencia de las mismas quedó cojo, manco y tuerto, lo que no le impidió ser determinante en uno de los más gloriosos acontecimientos de la historia militar y marítima del siglo XVIII.
En el siglo XVIII destacaron numerosos vascos en los más altos cargos del Imperio, tanto en lo militar como en lo comercial y en la administración de los territorios. La nueva casa reinante de los Borbones favoreció a vascos y navarros que habían apoyado a Felipe V. El Virrey de Nueva Granada don Sebastián de Eslava, decisivo en la victoria sobre los ingleses, era navarro.
En 1813 el ejército británico aliado contra Napoleón atacó San Sebastián y sus inmediaciones destruyendo buena parte de los archivos que guardaban la historia de la familia y los antepasados de Blas de Lezo. Aún así no es por falta de documentación por la que se ha ignorado en gran medida la aventura del héroe vasco.
La memoria nos convierte en lo que somos. La gran herramienta para destruir y manipular conciencias es el olvido del ejemplo de los mejores. Una sociedad sin héroes y sin historia se convierte en una masa manipulable y acobardada.
Honremos al héroe Blas de Lezo y nos honraremos a nosotros mismos.
Alfonso de Urbina y de Arróspide.