¡POR DOWNTON ABBEY!
5 de octubre de 2022
JOAQUÍN ALBAICÍN
Downton Abbey es una metáfora de la sociedad tradicional o, lo que es lo mismo, regida por los valores de la normalidad, en la que una doncella o un ayuda de cámara pueden salvar el prestigio de la monarquía y un noble restaurar ante la Historia y el pueblo el honor de un joven soldado condenado por su regimiento a la ignominia por nada más que un momento de debilidad u ofuscación.
En las sociedades occidentales actuales, los de abajo –monas que odian a los de arriba- ansían vestirse de seda y los de arriba -antiguas monas- supuran hipocresía hacia los de abajo, pero en Downton Abbey, como debe ser, los de arriba cuidan de los de abajo y los de abajo velan por los de arriba. Si brotan tensiones y rencillas es por lo general en el plano horizontal, fruto de disensos o pugnas entre los de abajo con los de abajo o los de arriba con sus iguales, y su resolución suele terminar por contribuir al equilibrio de unos y otros. Es un mundo ideal en el que, en cuanto se sale de sus fronteras o estas son invadidas por un extraño, se suele caer de cabeza en el caos. Quien, por confundir su papel, comete acciones susceptibles de sembrarlo, es oportunamente expulsado de Downton Abbey de una elegante patada en las posaderas, palabra que, por supuesto, jamás brota de labios de ninguno de sus habitantes, quienes por lo general se tratan de usted incluso entre parientes próximos. En Downton Abbey, los ascensos o descensos de clase, casta, profesionales, económicos… son sometidos a unas estrictas reglas determinantes de que, a la postre, obedezcan a una estricta justicia. Nada de chorradas del tipo visibilidad, accesibilidad, empoderamiento…
Rodada –según nos informa Javier Rodríguez Viñuelas, cronista oficial de Bienvenida- en el castillo de Lord Carnavon, mecenas de la expedición descubridora de la tumba de Tutankhamon y víctima de su maldición, cualquier “novedad” que se sospeche que pueda alterar las bases del orden social -como la adquisición de una radio- es examinada por lupa antes de recibir el visto bueno. ¡Como debe ser! ¡Como debe ser, coño!
Ahora se promociona y propulsa hacia el éxito a gente movida toda por no otra cosa que el complejo, que en todos los sentidos va a menos en cuanto a lo que en verdad importa -dignidad, vergüenza, elegancia…- y está terminando por arrastrarnos a su caos a quienes no tenemos interés alguno en sus luchas de clases, géneros… ¡Que la maldición de Tutankhamon se los lleve a todos! ¡Viva Downton Abbey! ¡Alcemos la copa por una nueva temporada! ¡Que la saquen como sea y de donde sea!