Traducir bajo Voluntad
7 de junio de 2019
Un ensayo sobre los problemas de El libro de la ley
Jonathan Marqués
No hace falta creer que El libro de la ley es un libro sagrado para observar su mandato de “no cambies ni el estilo de una letra”. Liber AL vel Legis (su nombre técnico) indudablemente posee un mensaje que va mucho más allá del que obtenemos si prestamos atención únicamente al significado de las palabras que lo componen. No hay más que leer cualquiera de los dos Comentarios de Aleister Crowley para aprender que en él hay ocultos sentidos en lenguas distintas al inglés, o en la Gematría o traslación de letras a números de ciertas palabras, o en el número de palabras de algunas de las sentencias. “Pero… ¡entonces se trata de un libro intraducible!” Cierto, hasta cierto punto. Mas una difusión del pensamiento thelémico es imposible sin la piedra angular de su doctrina: la “Revelación” de El Cairo. Por tanto, traducirse se debe, y el traductor que lo haga no deberá perder de vista lo advertido en este párrafo, habrá de guiarse por los Comentarios de Crowley, manteniendo la máxima literalidad y, si es posible, conservando la raíz del original. El objeto de este ensayo es proponer soluciones traductológicas para cuatro de las dificultades que encontramos en este libro, tan breve como complejo, con el fin de fomentar la búsqueda de más de ellas y de posibles soluciones.
Do what thou wilt shall be the whole of the Law
Comencemos por la máxima thelémica principal, la síntesis de la Ley que aparece en el Libro I, versículo 40: “Do what thou wilt shall be the whole of the Law”. Observamos el uso del pronombre arcaico “thou”, empleado en numerosas ocasiones a lo largo del libro. ¿Debemos mantenerlo, traducirlo por otro arcaico en español? Mi opinión es que su empleo se debe a que El libro de la ley, al (pretender) ser revelado, imita en cierto modo el lenguaje bíblico común, en el cual se da estos arcaísmos mantenidos aún hoy en día en las prácticas religiosas. En español, en cambio, no encontramos en las prácticas religiosas habituales un lenguaje que emplee pronombres en desuso como podrían ser, por ejemplo, “vuestra merced”. Por tanto, no considero necesario mantenerlo: un “tú” podría ser suficiente.
La especulación general sobre cómo verter dicha máxima al castellano se ha centrado en dos puntos: “the whole” y, sobre todo, “what thou wilt”. Lo último se encuentra muchas veces en español como “lo que quieras”, traducción que sugiere que la Ley enseña que cada uno ha de actuar a placer, según sus apetencias en cada momento. “Will”, en cambio, tiene más fuerza que “want”. Mientras que el segundo se identifica con dichas apetencias esporádicas y variables, “will” es la voluntad, algo más fijo, más severo, y, sobre todo, mucho menos subjetivo. Crowley emplea siempre el término para referirse a la Verdadera Voluntad, que identifica, en su metáfora de la Esponja Estrellada, con la órbita de cada uno de nosotros, como estrellas que somos: seguir dicha órbita, la asignada a cada uno, contribuye a la armonía y buen funcionamiento del Universo y evita colisionar con cualquier otra. Traduciremos, por tanto, “thou wilt” por algo que refleje la idea de voluntad, y lo más próximo posible al original, si bien no podemos mantener “will” como verbo, al no existir en castellano: deberemos recurrir a un sustantivo, “tu voluntad”. “Haz tu voluntad” fue la opción que elegí (erróneamente) para traducir Confesiones y Makgia sin lágrimas.
Por otra parte, tenemos “the whole”. “El todo de la ley” no suena para nada natural, aunque sea lo más literal. “Toda la ley” fue mi opción al traducirlo. Sin embargo, ha demostrado ser todo un error, al igual que la primera parte de la máxima, “Haz tu voluntad”, porque no se tuvo en cuenta un elemento clave para la transmisión del significado real de esta máxima: el número de palabras. “Do what thou wilt shall be the whole of the Law” tiene 11 palabras, y 11 es un número clave en Thélema. Por un lado, es el número de letras de la fórmula del Eón de Horus: Abrahadrabra; por otro, es 5 (el Pentagrama, símbolo del Microcosmos) + 6 (el Hexagrama, símbolo del Macrocosmos). Es, por tanto, la unión del Microcosmos con el Macrocosmos: es lo que se conoce como “Gran Obra”. “Haz tu voluntad será toda la ley” nos identifica “voluntad” con “ley”, pero no hay referencia a “Verdadera”. Nos falta la referencia a dicha Gran Obra mediante el número de palabras, de forma que el versículo indique que hacer la Voluntad es hacer la Gran Obra. Tras meditar sobre cómo mantener todos los significados imprescindibles y además lograr un versículo de 11 palabras, propongo como solución “Haz cual sea tu voluntad será el todo de la ley”.
Love is the law, love under will
El versículo 57 del Libro I es la otra gran sentencia del libro. Si en el anterior encontrábamos la Voluntad como Ley, siempre que la primera fuera verdadera, aquí tenemos el otro componente de la Ley: el Amor, siempre que sea bajo Voluntad. En términos cabalísticos se está hablando de los sephiroth supernos Binah (aquí denominado “Amor”) y de Chokmah (aquí, Voluntad) y del equilibrio que debe existir entre ambos. Aunque sea un versículo difícil por su contenido, no lo es tanto para su traducción. Lo primero en lo que se pensaría, y lo más frecuente en las traducciones existentes, es “El amor es la ley, el amor bajo voluntad”. El problema es que, una vez más, parece haber un mensaje numérico en el número de palabras del que se compone: 7. El 7 es precisamente el número del Amor, asociado a diosas como Venus. Que un versículo que trata del Amor como Ley se componga del número de palabras asociado al Amor no parece ser casual, por lo que lo más apropiado, para respetarlo, es una traducción literal: “Amor es la ley, amor bajo voluntad”, omitiendo el artículo que normalmente pondríamos en castellano.
The fool readeth this Book of the Law, and its comment; & he understandeth it not
En este versículo, el 63 del Libro III, hay una doble dificultad, porque tiene dos lecturas. La primera es la que capta el lector inglés profano al leerlo: que el necio lee El libro de la ley y su comentario y no lo entiende: esto es, que el libro no está hecho para necios.
Hay, en cambio, una segunda lectura, señalada por Crowley en su Comentario. En ella se entiende por “fool” el bufón o loco del Tarot, el Atu 0, el más elevado, situado en el Sendero que une los sephiroth 1 y 2, la Corona con la Sabiduría. Según dicha interpretación, el loco, el que ha alcanzado la máxima iniciación, “understandeth it not”, entendido literalmente: “entiéndelo no”, es decir, gracias al Libro entiende la Negación, la Nada; en terminología thelémica, entiende a Nuit, que es Ninguna, el 1=0, la Unidad como Nada. El loco, por tanto, es quien, leyendo El libro de la ley, comprende la Unidad como Nada, quien ve más allá de la ilusión. Para conservar este significado, proponemos, al llegar a este versículo, realizar dos traducciones numeradas, de la siguiente manera:
63. 1. El necio lee este Libro de la ley, y su comentario; y no lo entiende.
2. El loco lee este Libro de la ley, y su comentario; y entiende nada.
Este “entiende nada” es la solución que proponemos para cada vez que aparezca el “not” como negación pospuesta al verbo, pues se puede leer como “no entiende” (en este caso), pero también como “entiende nada”, es decir, la Nada. De esta manera, en caso de que haya más versículos como este, se conservaría la doble interpretación.
The Law is for All
Hasta ahora hemos sido capaces de más o menos salvar las dificultades con una mera traducción. No obstante, no sería realista acabar el ensayo sin mencionar alguno de los casos que no se pueden solucionar sin ayuda de una nota explicativa. Hablamos de, por ejemplo, el título del Comentario de Crowley, aunque, sin duda, no será el único caso en que se dé esta situación: The Law is for All y su juego “AL-LA”. En inglés simplemente significa “La Ley es para Todos”, pero traducirlo así y no añadir una nota sería perderse dicho juego. En hebreo, “AL” significa “Dios”, mientras que “LA” significa “Nada, No”. El juego con ambas en un mismo versículo aparece constantemente en el libro, de forma que se sugiere una identificación entre la Nada y Dios, idea que ya se encontraba en el primer ensayo filosófico de Crowley, “Berashith”, en el cual se hablaba del Cero (la Nada) elevado a Cero como origen del Infinito y de todo lo existente. Además, tanto “AL” como “LA” suman 31, y una de las enseñanzas cabalísticas es que dos palabras con el mismo valor numérico son sinónimas o están relacionadas. El 31 es, asimismo, según descubrió Frater Achad, una de las claves de El libro de la ley: 31 por 3, el número de libros en que está subdividida la obra, da como resultado 93, el número de Thélema y de Agapé, Voluntad y Amor, los dos componentes de la Ley. Por tanto, siempre que se observe “AL” y “LA” en el original y no se pueda mantener (como en este caso), el traductor debería introducir una nota explicativa para que no se pierda el significado.
En este ensayo solamente hemos abordado estas cuatro dificultades, al considerarlas las más claras y más sencillas de resolver. Sin embargo, la lectura de El libro de la ley seguirá conteniendo mensajes que “ninguna Bestia adivinará”. El objetivo de estas líneas es prevenir caer en una lectura superficial del libro y, lo que es peor, en otra traducción superficial para los hablantes de habla hispana. Esperemos que el “Uno vendrá tras él, de dónde no lo digo, que descubrirá la Clave de todo esto” se aplique también a la traducción del Liber AL, y algún día podamos tener en castellano una versión que conserve todos sus arcanos.