Noctuario
7 de marzo de 2019
Frank G. Rubio
Noctuario
Relatos extraños y terroríficos.
Thomas Ligotti
Prólogo de Jesús Palacios.
(Editorial Valdemar, colección Gótica número: 90; Madrid, 2012)
Esta antología de relatos, con la que Valdemar estrena la presencia en su colección Gótica de uno de los mejor considerados escritores de Terror contemporáneo (más por la crítica que por la gran masa de aficionados), apareció en los Estados Unidos, país de donde es originario el autor, en 1994.
Junto con La fábrica de pesadillas (2006), publicada por La Factoría de Ideas en una traducción quizás menos irregular que aquellas a las que nos tiene acostumbrado, constituye la única traducción de material “ligottiano” a lengua castellana realizada en España. Al menos que tenga yo conocimiento de ello. Esta última antología citada es una recopilación, un Omnibus, de sus tres primeras recopilaciones de relatos y data de 1996.
Comencé a leer a Thomas Ligotti en su idioma original cuando en la antigua librería Pueyo, sita en la esquina con la Puerta del Sol, adquirí un ejemplar saldado de Grimscribe: his Life and Works (1991) Corrían los inicios de los 90: las máquinas de sombra venidas del otro lado del espejo aún no habían configurado la corrosiva y ominosa escenografía con la que la realidad va siendo suplantada en nuestra ciudad y país… Y quizás ya, pronto, en todo el planeta. Existían aún: la cafetería Haití, el anuncio de Tío Pepe y muchas otras cosas que el Mal ha hecho olvidar; pues sobre la zona aún no se había derramado el horror ominoso y oscuro que va transmutando en ruinas reacondicionadas el Universo.
Allí, en aquella barata edición comprada casi por instinto mecánico (del autor nada sabía) leí una pieza que me pareció magistral: The Last Feast of Harlequin que descubro mucho después fue su primera historia, remozada varias veces antes de darse a la publicación, y que cuenta con una dedicatoria significativa y espléndida a H. P. Lovecraft.
Thomas Ligotti nace en Detroit en 1953, ciudad peculiar e icónica en cuyo entorno progresivamente entrópico y devastado trabajará gran parte de su vida. Tras una adolescencia problemática, donde el alcohol y las drogas jugarán un papel prominente, buscará alivio en la práctica de la escritura para mejor escapar de un síndrome patológico de miedo y ataques de pánico que pronto culminará en una depresión casi permanente. Hasta el año 2001 trabajó como editor asociado en una corporación editorial de corte educativo: “The Gale Group” donde la depresión se convirtió para él en un modo de vida. Su obra My Work Is Not Yet Done: Three Tales of Corporate Horror (2002) está directamente inspirada en esta torva y duradera experiencia laboral. Tanto el trabajo como la medicación pertinente (Lamictal) influyeron sensiblemente en su concepción del mundo y en su obra. Ha colaborado también con el grupo musical experimental (dark ambient) Current 93 como instrumentista (guitarra) y letrista. En la actualidad reside en Florida.
Sus influencias literarias y filosóficas son, entre otras: Poe, Lovecraft, Bruno Schulz, Cioran, Thomas Bernhard, William S. Burroughs y el budismo hinayana.
Posiblemente no pudiera escribir nada que no reflejase mi profunda aversión a todo lo que existe. Suponiendo que algo tuviera que existir, mi mundo perfecto sería para aquel en el cual todos experimentaran la anulación de su ego. Lo que quiero decir es que nuestra conciencia como seres individuales y únicos tendría que desaparecer. Seguiríamos funcionando como seres reducidos a sus necesidades básicas: alimentación, vivienda y vestimenta. La vida no será ya como es aquí y ahora. No sería necesario. (Entrevista a Ligotti. Matt Cardin, 2006)
Una mezcla ideológica pues de Pol Pot, Mariano Rajoy y Eduardo Punset… Del horror cósmico al nihilismo farmacológico o iatrogénico. Ni la medicación psiquiátrica, ni el trabajo corporativo hacen ningún bien a nadie. Afortunadamente su obra no se puede reducir a sus convicciones filosóficas; bastante menos interesantes y variadas que las concepciones lovecraftianas, por conservadoras que pudiesen resultarnos estas últimas.
El propio Thomas Ligotti, él mismo un personaje lovecraftiano avant la lettre, ha dicho en algún lugar que le gustaría leer (¿escribir?) un relato escrito desde la perspectiva de “un Profundo” (Deep One); los escabrosos y oceánicos engendros surgidos de la imaginación del Maestro de Providence. Lo más parecido es lo que este descendiente de sicilianos, absolutamente desencantado de la vida, ha escrito.
Noctuario es una excelente colección de historias terroríficas que resaltaba ya en el panorama literario, claramente decadente, del terror contemporáneo de su tiempo. Han pasado 20 años desde que vieron la luz, no lo olvidemos, y nos encontramos con materiales que por su intensidad y extraterritorialidad del Género (o de aquello más bien en lo que se ha convertido el Género) resultan de gran interés y potencial disfrute para los aficionados más exigentes. Esta antología se compone de ocho relatos, diecinueve «fragmentos» de prosa poética que constituyen una de las aportaciones más personales del autor y de un breve ensayo sobre la noción de lo extraño que precede a los materiales citados. La medusa, El Tsalal o Demente velada de expiación, esta última una inquietante y apocalíptica historia terminal, me parecen excelentes, dentro de la alta calidad de todos los cuentos de la compilación, tocando cada uno de ellos temas recurrentes en la fantasía terrorífica con una perspectiva desusada, tenebrosa y tenaz. Los «fragmentos» son interesantes, unos mejores que otros (no recomiendo su lectura de corrido, sino alternándola con los relatos) pero en ellos late un tono monótono y obsesivo que a veces resulta cargante más que estrafalario, producto de la confusión entre ideas filosóficas e idiosincrasia personal que se halla presente siempre en este escritor. El prólogo de Jesús Palacios contextualiza con eficacia al autor y su obra. La traducción impecable.
Con relación a los supuestos filosóficos en los que se asienta gran parte de la ficción de Ligotti, a la que no dudé antes en calificar de “nihilismo iatrogénico”, y a la espera de degustar su Conspiracy Against the Human Race (2010), que pronto verá la luz en Valdemar/Intempestivas, creo que resulta para terminar bastante apropiada la frase de Hölderlin:
¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona.