Entrevista a Fernando García Caro
7 de diciembre de 2018
Frank G. Rubio
ENTREVISTA A FERNANDO GARCÍA CARO
Autor de Escríbeme si puedes (Edinexus 2012, Madrid)
FGR: Esta es tu primera novela Fernando…y es peculiar…
FGC: Veo que el poso que te ha dejado el libro es el haber leído una novela, quizá una novela algo peculiar. Me lleva a pensar que algo se ha conseguido para reducir la aridez de unas investigaciones que constituyen el núcleo de lo escrito. Estas investigaciones artesanales en búsqueda del significado de dos experiencias personales se comunican con una estructura narrativa y te ha quedado el recuerdo de la forma, pero no hay en el libro un solo gramo de ficción. Todo lo que se dice es real, en buena medida también verificable. La parte especulativa o interpretativa de los hechos que se describen podría estar equivocada y desde luego es muy incompleta, pero eso no le hace un libro de ficción.
FGR: En realidad tu obra parece girar en torno al hecho difícilmente mensurable pero universalmente experimentable de que la vida es una conjunción improbable de coincidencias…
FGC: En el libro no me detengo en la polémica de si todo es causalidad o casualidad. A efectos prácticos parece que bien por nuestra ignorancia o independientemente de ella el azar juega el papel que juega en nuestras vidas. Sin embargo si llego a considerar que la vida, no tanto nuestras vidas, podría responder a una sincronicidad, podría ser una coincidencia significativa. Un breve capítulo del libro titulado El nido, detalla el proceso intuitivo por el que se alcanza a vislumbrar que el cosmos podría ser un artefacto al servicio del surgimiento de la vida. Esta intuición es impulsada por lo que podría ser una sincronicidad junguiana, a la que se añade cierto conocimiento de lo que nos dicen los cosmólogos y algunos biólogos sobre lo inconcebiblemente improbable que ha sido el surgimiento de la vida. En apariencia me estaría adhiriendo a la teoría biocéntrica del universo, pero no me detengo ahí, pues si la vida es anterior al cosmos debería ser también exterior a la realidad que nos rodea. Me ha parecido más lógico pensar que la vida ayudaría a curarle la soledad a algo que es absoluta potencia. Que la vida permitiría a aquello que suponemos que no fue creado recriarse en su tumulto. Esto coincide básicamente con la propuesta de la teoría de Dios de Bernard Haisch e imagino que con las de otros autores. A Jung creo que le costaría aceptar este punto de vista, pues no le veía sentido a experimentar lo que sabe de antemano dónde comienza y cómo va a acabar.
FGR: Es una novela que tiene mucho de ensayo, aunque sin romper la línea narrativa, sobre todo en su segunda parte.
FGC: El libro tiene dos partes, la primera es una descripción detallada de dos hechos que me sucedieron en épocas distintas de mi vida que me dejaron la sensación de encontrarme ante un enigma. La curiosidad quedó entonces en hibernación esperando su momento. La segunda parte, en la que afronto la investigación de estos hechos utilizando materiales junguianos y algunos otros, puede verse como un ensayo breve o como un artículo científico extenso, incapaz de superar los filtros de rigor. Creo que ni para mí ni para nadie resulta sencillo hacer descripciones sinceras de hechos autobiográficos y analizarlos con objetividad.
FGR: Sandra, la protagonista, fue una persona real, de hecho una conocida actriz en su momento que tuvo un trágico final ¿no?
FGC: Sandra protagoniza una de las experiencias que mencionaba. La conocí en la primavera de 1972 y mantuvimos un sencillo noviazgo durante mi primer año de carrera, el curso 73-74, en el que ella todavía transitaba por la pista de rodadura de su breve carrera cinematográfica que poco después adquiriría una velocidad vertiginosa.
La tarde que nos conocimos, al momento de despedirnos, sintió un impulso repentino por hacerse con el reloj que llevaba en mi muñeca. Un reloj de lo más corriente pero que a mí me gustaba. Me lo pidió prestado y se lo presté. Poco más de cinco años más tarde, una noche del mes de agosto, tuve un insignificante accidente mientras aparcaba una motocicleta. Los daños se limitaron a que la esfera del reloj se trizase al golpearse contra el suelo y se detuviese para siempre su tic tac. A esas horas Sandra tuvo el accidente que la llevaba a golpearse contra el suelo y acabaría con su vida unos días más tarde. Desde muy pronto estos hechos me imprimieron la sensación de no encontrarme frente a una casualidad. De esta forma tan elemental y por este camino insondable, emergió ante mis ojos una demostración de la existencia de un conocimiento absoluto que se encarnaba en un reloj que parecía saber algo que no podía saberse, la duración exacta de la vida de Sandra. Pasaría mucho tiempo hasta que comenzase a investigar este episodio y diese con las sincronicidades de las que habla Jung y esto me permitiese alcanzar cierto conocimiento de lo que entonces me sucedió. Incluso me atrevo a asegurar que he llegado a desvelar el mensaje personal encerrado en estos acontecimientos de tintes trágicos.
FGR: ¿Percibes la sincronicidad como una manifestación del orden espontáneo, secreto e invisible del universo?
FGC: Me parece que le sobra un adjetivo a esta aproximación, por lo demás muy correcta, a la noción de sincronicidad desde la perspectiva de sus consecuencias. Me refiero a que no se trata de un orden espontáneo, que se manifiesta continuamente en lo que entendemos por realidad, sino de un orden intencionado. Secreto tiene en griego la misma raíz que misterio y desde luego la dinámica que las impulsa está envuelta en un misterio del que es poco lo que ha podido desentrañarse. Las sincronicidades, como sostiene David F. Peat, representan una grieta en la estructura de la realidad que nos hablan de la existencia de un mundo distinto.
FGR: ¿Estás trabajando en más cosas?
FGC: De momento solo rumio de manera displicente algunos temas que he dejado abiertos en el libro. El libro, al menos una parte del libro, está escrito desde un lugar que supongo situado pocos palmos por encima del hondón del que nos habla Teresa de Jesús y esto, como puede suponerse, acarrea cierta fatiga.
Fernando García Caro nació en Madrid en 1956. Licenciado en Administración de Empresas y en Ciencias Actuariales y Financieras por la UCM. Ha trabajado durante más de treinta años en el área financiera de diversas empresas ocupando diversos puestos directivos. Actualmente es profesor asociado de la UCM. No ha publicado nada con anterioridad al libro que se comenta pero se recuerda escribiendo infinitos informes sobre los más variados temas empresariales a lo largo de su vida profesional.