61 balas para Jacqueline Picasso

7 de diciembre de 2018 0 Por Ángulo_muerto
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Frank G. Rubio

 

 

Federico Ortés.

Editorial MANUSCRITOS.

Madrid, 2017

 

El amor es el mayor refrigerio de la vida. Pablo Picasso.

 

En el año 2014 es traducido al español del francés el libro de Pepita Dupont: La verdad sobre Jacqueline y Pablo PicassoEl libro contradice numerosas versiones que sobre la vida del pintor han dado fundamentalmente sus descendientes (aunque no sólo), que fueron sin duda quienes más le trataron, donde aparece como un monstruo y un ególatra. El libro levantó gran polémica y produjo cuatro querellas de los herederos del inolvidable pintor malagueño.

Jacqueline Roque nació en París en 1927 y falleció en la localidad provenzal de Mougins en 1986 de un disparo en la cabeza, hecho que fue calificado por las autoridades francesas de suicidio. El maestro conoció a Jacqueline en 1953 y la desposó en 1961; en el intervalo falleció Olga Kohclova (1891-1955), la bailarina ucraniana que había sido primera esposa del pintor. La diferencia de edad entre Pablo y Jacqueline era de 56 años. Jacqueline, que había tenido una infancia difícil provocada en gran medida por el abandono a temprana edad de su padre, ya había conocido las mieles y miserias del matrimonio con un ingeniero del cual había nacido una hija: Catherine Hutin, que jugaría un papel destacado con relación a la herencia del artista que falleció siendo millonario. Pepita, periodista de Paris Match y amiga íntima de Jacqueline, asegura que vio un documento que probaba una donación de 61 obras del pintor destinadas a España:

Como hacía siempre que efectuaba una donación, Jacqueline me llamó y me dijo que había elegido con Aurelio Torrente (1935-2006), director del museo, las 61 obras que se expondrían en Madrid y que ya no volverían a Francia. Lo sabía Torrente, que había hablado con el presidente Mitterrand (1916-1996), con su hija, Catherine Hutin, con el abogado de Picasso, Roland Dumas, que también me lo confirmó, y con el abogado español José María Armero (1927-1995).

Las obras se expusieron en 1986 en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid: el Reina Sofía no abriría sus puertas hasta 1992. Dupont no entiende por qué España no peleó más por estas pinturas:

“Quizá haya intereses políticos que se me escapan”, aseguró tras reconocer que no pudo hablar con Felipe González sobre las posibles presiones francesas para olvidar el tema (1).

Es preciso señalar que es con Jacqueline con quien en 1965, debido a la pérdida de la vitalidad sexual por una operación de próstata, comienza la decadencia psicológica y artística del pintor, que se sumió en una profunda melancolía.

Federico Ortés ha tomado estas vicisitudes como punto de partida para escribir una novela. Novela peculiar donde se amalgaman circunstancias y eventos dignos de un thriller de espionaje con observaciones y tesis propias de un ensayo profundo sobre determinados aspectos de la obra del autor del Guernica. La trama gira en torno a la figura del supuesto asesino de la segunda esposa del pintor, un miembro del KGB que desgrana en forma de memorias comunicadas a su hija, que también deviene voz al final de la obra, numerosas vicisitudes a partir de las cuales percibimos un curioso panorama donde se combinan la acción clandestina de los servicios secretos, las intrigas políticas y las vicisitudes humanas y estéticas. Quizá lo mejor de la novela, a mi juicio demasiado extensa e inflada con costumbrismos y juicios demasiado personales puestos en boca de sus protagonistas, sean las partes donde el autor habla de las pinturas de Picasso (1881-1973), donde da muestra de un intenso conocimiento; sólo posible en quien ama con feroz entusiasmo la belleza. La obra es de gran interés para aquellos que busquen referencias a la Transición, pues llega a aparecer en ella hasta el mismo Felipe González. Encontraremos también, si buceamos con atención, numerosos indicios que nos ayudarán a comprender por qué estamos como estamos y por qué no nos va a ser nada fácil salir de tan indeseable lugar.

La corrupción y el narcisismo no se encuentran solo en Francia, como en algún momento podríamos pensar leyendo este libro, y los españoles no somos personas maravillosas que nos queremos en familia extensa en torno a mesas bien surtidas con viandas y buenas intenciones. Es esa una fantasía letal que se ha ido fabricando durante décadas de ceguera y conformismo, en gran medida potenciados desde el ámbito institucional, un no saber que se nos insinúa sibilinamente en numerosas circunstancias; pero no nos dejemos engañar: sin una mirada lúcida hacia el pasado no nos será posible construir un mejor futuro.

Federico Ortés ha escrito varios libros sobre El Quijote, y también una obra sobre el pintor Miguel Pérez Aguilera (1915-2004), Ojo pinta, entre otras interesantes aportaciones.

1. Picasso, a ojos de Jacqueline José Ángel Montañés.