
DANIEL CASTRO: CUANDO EL SILENCIO SE ROMPE
27 de agosto de 2025
JOAQUÍN ALBAICÍN
Grabar un disco no es ya lo que era, pero continúa cumpliendo la función de servir al artista como tarjeta de visita y, a los aficionados, para poder escucharle cantar evitándonos cosas como la preocupación por la cobertura o los pasos inherentes a la demostración a un robot de que tú no lo eres.
A Daniel Castro Silva, que no es un androide y por ello quería, como los grandes, como los de toda la vida, impresionar su disco, lo conocimos hará cosa de ocho años actuando con Alejandro Vega y con Juan Vargas a la guitarra en El Curujo, una sala de su pueblo natal, Los Santos de Maimona. Si bien notoriamente verde, también percibimos en él, y así entonces lo escribimos, a un no menos notorio valor en ciernes del flamenco. En cuanto al disco, este Rompiendo el silencio que le ha editado La Droguería Music, le surgió el momento tras triunfar en 2023 en el Concurso de Cante Ciudad de Écija, concretándose el vinilo dos años después y tras laboriosa grabación. Le habían precedido sus éxitos en Badajoz, Fuente de Cantos, Alcalá de Guadaira, la Peña Juan Breva de Málaga, el homenaje en Sevilla a Luisa Ortega o los certámenes de Guillena y Guareña, y acaba cuando escribimos estas líneas de triunfar en el festival flamenco de Mont de Marsan.
Se ha rodeado muy bien, porque, en un tiempo en el que tantos flamencos, sumergidos hasta las cejas en la búsqueda o construcción por bemoles de una “personalidad”, no es habitual que una falseta sencilla, aparentemente nada compleja, te haga volver la cabeza y fijar tu atención e, incluso, te conmueva. Eso es lo que logra el joven tañedor José Ángel Castilla en el preludio -primoroso por su delicadeza- al cante por soleá de Daniel Castro. Un cante entonado y encampanado que, junto con el vibrante taranto y su bravura por siguiriyas, es -al margen de la previsible brillantez por tangos, fandangos y jaleos- una de las más destacadas piezas de esta -decíamos- tarjeta de visita suya como cantaor. Volviendo a Castilla, decir que no somos los únicos en sentir en él un algo y un aroma, por cuanto ha recibido a orillas del Guadalquivir el más reciente premio del Concurso Talento Flamenco de Guitarra de Acompañamiento promovido por la Fundación Cristina Heeren.
Que Daniel Castro no es un androide o robot del cante lo confirma, además del sentimiento con que lo aborda en estos surcos, la foto de la contraportada del álbum, en la que luce una camiseta con la efigie de Ramón El Portugués, uno de sus ídolos y hombre que fue cualquier cosa menos predecible sobre el escenario. Es de esperar que, con referentes como él, Indio Gitano, Juan Cantero, La Marelu o Guadiana no tarde en erigirse en una de esos bustos cantaores de referencia en una Extremadura que vive hoy un patente renacimiento de su vida honda.
Colaboran con él en la aventura, además, dos de las guitarras punteras del terruño, Juan Vargas -por tangos y en el puchero por jaleos- y Juan Manuel Moreno en la bulería y la caña, más acompañantes tan destacados como Rosa Escobar redondeando los tangos con su viola, Josué Suárez -¡sonido Porrina!- a la percusión y José Jiménez al bajo, éste -siempre lo decimos- un nombre de verdad por descubrir en el panorama musical flamenco de hoy.
Rompiendo el silencio supone, como apreciarán, un patente ejemplo de la seriedad y consistencia con que en la cantera extremeña se aborda el flamenco. Lo saboreamos con regusto en el porche a la par que unas aceitunas gazpachas, y todo fluye. ¡Brindemos por él!