Entre cielo y mar

Entre cielo y mar

1 de septiembre de 2022 0 Por Ángulo_muerto
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Susana Diez de la Cortina Montemayor

Ed. Manuscritos

Hace unos días tuve ocasión de charlar con Olga Bogdanov, amiga y escritora muy querida, a propósito de su reciente novela Entre cielo y mar (Editorial manuscritos, 2021), excelente lectura veraniega, no solo por el frescor azul que evoca el título, sino porque ayuda a refrescar la memoria de quienes a ella se aproximan en estos tiempos tórridos, abrasados de guerras.

Conocí hace ya bastantes años a Olga como narradora de cuentos. Ella misma me explica que pasó casi sin apercibirse del cuento a la novela: “Cuando tomaba clases de castellano con Héctor, mi profesor de Barcelona, empecé a escribir cuentos cortos para practicar mi español escrito, y como tema elegía episodios de mi vida en la Unión Soviética y de mi emigración a EE.UU. Héctor quedó fascinado con mis historias, me animó a escribir más y luego a publicarlas. Entonces no me sentía preparada aún para hacerlo, además, pensaba que el tema no interesaría a demasiada gente. Sin embargo, hablando con mis amigos españoles y estadounidenses, me di cuenta de que los occidentales tenían poco conocimiento de cómo era la vida realmente detrás del telón de acero. Algunos pensaban que era horrorosa, opresiva, pobre y lúgubre, sin diversión alguna; otros, por el contrario, sentían simpatía por el primer estado socialista con sistemas sanitario y educativo gratuitos, con igualdad para la mujer, y otras cosas garantizadas por nuestra constitución. Muchos conocían la historia del país, su literatura clásica… Sin embargo, casi nadie sabía apenas nada de la vida cotidiana de las personas corrientes que, como hace la gente en todas partes del mundo, trataban de sobrevivir y, en lo posible, disfrutar de la vida. Eso sí, ese país en el que nací y crecí ya no existe, y cada vez resulta más borroso, incluso mítico. Sin embargo, ya se sabe que, cuanto más cambian las cosas, más tienden a mantenerse igual…”.

Las literarias sonrisas cómplices de ambas recuerdan –no celebran– ese ‘gatopardismo’ político tan actual, consistente en «cambiarlo todo para que nada cambie», según ya escribiera Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que vivió entre 1896-1957: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie», escribió el autor italiano. “Y en el caso de Rusia”, continúa Olga, “a lo largo de todas sus encarnaciones, esa es una verdad como un templo. Por ejemplo, aunque escribí la novela mucho antes de la guerra actual, al leerla no resultará sorprendente lo que pasa ahora”. 

Todavía no la interrumpo preguntándole sobre ese tema; simplemente la miro con fijeza, esperando que sea ella quien, antes o después, lo aborde. “En fin, decidí escribir un relato de aquella época, y el relato creció hasta convertirse en una novela… Una novela de amor en los tiempos de la guerra fría”.

Olga es moscovita, el ruso es su lengua materna, pero su novela no es una traducción a nuestro idioma, el texto original está en español. “La escribí en castellano porque amo el idioma y porque quería que mis amigos españoles pudieran leerla. De hecho, las culturas española y rusa tienen mucho en común, y eso se refleja en refranes que parecen calcos, en un sentido del humor similar en ambos pueblos, en la desconfianza hacia los gobernantes, en el fatalismo, en las lealtades personales y familiares que siempre prevalecen sobre las leyes… Incluso hay formas comunes en ciertas expresiones gramaticales, por ejemplo en la manera de describir las acciones involuntarias (‘se me rompió el vaso’, ‘se me ha caído la silla’, algo incomprensible en inglés pero muy natural en ruso). También, escribir en español me ayudó a distanciarme de lo que describía, a verlo desde fuera, a fijarme en los detalles que habría pasado por alto de haber escrito en ruso”. 

Una novela de amor en los tiempos de la guerra fría… Repito la frase que ella ha dicho instantes antes, porque quisiera saber más de todo eso. “Me preguntan a menudo hasta qué punto la novela es autobiográfica, porque obviamente tiene mucho que ver con mi propia vida. Creo que toda novela es autobiográfica, no porque trate de la historia personal del autor, sino porque los autores tomamos notas de la realidad para construir nuestras historias. Y mi novela no es una excepción. Es, indudablemente, una obra de ficción, pero contiene homenajes escondidos a las personas que conocí, y episodios que pasaron, aunque no necesariamente me pasaran a mí”. 

Los personajes principales de la novela (Nina Lurie, una chica de veintipocos años de familia judía, sus padres, su amiga Katia, sus compañeros de trabajo, y Mario, su gran amor, un comunista cubano estudiante de una academia militar) son seguramente trasuntos de las personas que rodearon a Olga en su juventud, incluso de ella misma. Entre amigas, el tema se prestaría a preguntas demasiado personalesAsí que, ahora sí, hablamos sobre la guerra: “Cuesta creer que en pleno siglo XXI esté ocurriendo algo así”. Lo demás, igual que antes, nos lo decimos sin hablar, con elocuentes miradas y silencios.

Entre cielo y mar es una novela azul, pero para saber si lo es porque así son, para los dos pueblos, los veranos, o si son otras las razones por las que Olga ha elegido el título, no queda otra que leerla de principio a fin. Yo se la recomiendo: hay muchos horizontes, por delante y por detrás, en ese tono azul de esta novela.