Poemas
7 de junio de 2019
GUIDO GONZALO
Mirada azul que transita la noche
Tu mirada, gran azul que lubricaba
Toda infititud de las esencias
Al amanecer, en el crepúsculo del sueño,
Era quietud de cielos y primaveras
Que tornaba en prosaicas indifrerencias y lejanías.
Nimbo de calor y vademécum de calma,
Astro, concreción de arcanos
Que obviaron aquiescencias y premuras…
Permite esta noche mi nostalgia,
La que aun degusta tu cercanía.
CSL
Luché por sublimar un momento
Trascendiendo la común cortesía,
Y que mi voz, la suya y el viento
Fueran tríada bajo el sol del día.
Busqué beber de su aliento,
Como de fuente de sutil melodía
Cuya caricia fundiera el cimiento
Del mi templo de melancolía.
No fue, no aconteció el encuentro
Y el tiempo tornó en felonía;
Pero ella aun crepita en el cuento
Escrito a contraluz, con bohonomía.
A Gustavo
Forjaste acrisolado en la belleza
La llama y la sombra dimanadas de tu alma,
En las ciénagas, en los pantanos de tu tristeza,
Cuando hazaña era alcanzar el alba…
Dibujaste la muerte con destreza,
Y con el ardor de lo reñido con la calma
Borraste la línea que es frontera en la cabeza
De lo real y lo medible con la irrealidad más alta.
Y en lo febril de un sueño denso sin pereza
Tu pluma pintó con sangre que exultaba
El fervor de la existencia en su rareza
Y la penuria de lo ausente si llorabas.
A ti, Gustavo Adolfo, a tu sensible fortaleza,
Pues insta a ser daimón de aquello que se ama:
Del mundo, de la debilidad, de la entereza,
Del sentir que nace, del que acaba…
Bisontes
Décadas ha, templado en la inocencia,
Cabalgando hilvanabas horizontes;
En las llanuras y en el zaguán de los montes,
Del tornado con su furia y del Sol su vehemencia.
De Norte a Sur en el correr de los años,
En mística comunión con tus iguales,
Vacío el corazón de soledad y de males
Conformando el fornido rebaño.
Los hombres, otrora hermanos de tu cadencia
Con premura mutaron sus mohines en blanco
Y bajo auspicios de mitos y santos
Abrazaron codicia, fervor y decadencia.
Aquellos tapices salpicados de flores
Que cien centurias tu peso sintieron,
A los nuevos dogmas también sucumbieron
Entre cantos sin óbolo y estertores.
Solo quedan letanías, irredentos solitarios,
Llamas que dimanan de los campos atávicos,
Pinceles que nadan en el color catártico
Y dibujan los pastos del amplio estepario.
Resquicio de osadía
Pregunto a tu candor cuando me miras
Titilando mi ego en la duda:
¿Intuyes las fisuras del recuerdo,
El torrente inapelable de rescoldos
Que supura el ardor del otro lado?
No respondas, empuña la osadía
Y el martillo que esculpe las sonrisas,
Profanando indulgente el vacío
Bajo el reino de los cirros,
Que es espacio común a nuestros cuerpos.