ACIERTOS Y ERRORES

ACIERTOS Y ERRORES

13 de noviembre de 2025 0 Por Ángulo_muerto
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JOAQUÍN ALBAICÍN

A veces va uno y se equivoca. Yo mismo el otro día, cuando me lamenté para mis adentros por de qué tan chusco modo ha desaprovechado la industria del cine a Jacqueline Bisset, cuando habría sido la Jacqueline Kennedy ideal. Apesadumbrado por esa carga sobre los hombros, tardé unos días en reparar en que no había sido así, pues ya le dio vida en El griego de oro, con Anthony Quinn en el papel de Onassis. ¡Y en que yo lo vi en el cine de verano de San Rafael! ¿Cómo pude sufrir tamaño lapsus?

Pero el día a día, gracias a Dios, no deja de registrar también aciertos. ¡Esto, señores, ha de ser asimismo reseñado, pues no es nada conveniente la inmersión en pesimismos decadentistas!

Por ejemplo, doy una vuelta por Youtube yendo a caer en una entrevista de la televisión argentina a Luis Miguel Dominguín, llegado al país en calidad de cazador para intentar hacerse con tan codiciada pieza como el ciervo colorado de Bariloche. Mientras escucho sus declaraciones en el aeropuerto de Buenos Aires acaricio con mi protectora mano la cabecita de Pancho, mi gato negro, pues acabo de leer que el ayuntamiento de Tarrasa ha prohibido la adopción de especímenes de su pelaje hasta que no hayan pasado las “fiestas” de Halloween, por sospecharse que los cultores del Adversario se convierten en “papás” de felinos en esas fechas para, en la madrugada dicha, poder sacrificarlos impunemente en ritos satánicos. ¡Espero que Pancho no haya leído la noticia, difundida tanto por La Vanguardia como por el Hoy! Digo que Pancho es mi gato aunque lo sea de los vecinos porque con quien, hablando en plata, pasa más tiempo es conmigo escuchando a Moncho, Camarón, Pescadilla, Susheela Raman, Jerónimo Maya, Manitas de Plata, Lida Goulesco y Miles Davis y considera cien por cien suyas las chanclas rotas que uso para desplazarme por el jardín. “Si quieres juzgar mi camino, antes ponte mis zapatos”, reza el viejo y sabio proverbio. Cada vez que introduce las patas en mis chanclas se me revela Pancho como un Khalil Gibran en estado de gracia.

Vuelvo a Youtube para ver el mano a mano semanal de Coto Matamoros con Manuel García-Munté. Muy acertado, creo, su diagnóstico de que Begoña va a salir más o menos de rositas de su paso por los tribunales, pues lo contrario significaría desenmascarar a la corrupción como cimiento del Sistema, coste que nadie está dispuesto a asumir, y muchísimo menos la prensa, que ya no sabe qué rizo rizar para encubrir que, cuando les interesa o apetece, los regímenes democráticos se comportan -lo hemos visto en Palestina- exactamente igual que los totalitarios. Y me regocijo con una entrevista de Mercedes Milá a Fernán Gómez y otra de Soler Serrano a José Luis López Vázquez, no queriendo irme a la cama, a los brazos de mi mujer y luego a los de Morfeo, sin volver a ver a La Chunga por rumba con Indio Gitano y el tío Fati como palmeros de lujo. Evoco mi reciente disfrute de una de mis películas favoritas de espías: La semilla del tamarindo, ese Omar Sharif, esa Julie Andrews, a la par que sigo lamentándome por que nadie cuelgue por ahí la versión íntegra de Stico, en la que Fernando Fernán Gómez hace de esclavo de Agustín González, ni la de Todos a la cárcel de Berlanga, que ahora seguro que le encantaría ver a Begoña.

Abro al azar Asesinato en el Comité Central por la página, casi al final, de las reflexiones de Vázquez Montalbán sobre uno de mis grandes referentes éticos, Caballo Loco. Llama Jerónimo Maya, que cómo estoy. Pues bien, aquí, en la lucha, dando la cara -dándolo todo, mejor dicho- para que sigamos en verano mientras toda España, cobarde y vencida, se ha tragado la fake new de Sánchez de que ha advenido el otoño y vive como si así realmente fuese. Llama Pepe Maya, que si vamos a hacer algo en Navidad… ¡Otro que ha caído en la trampa! ¡Que estamos en verano, Pepe…! Llama Javier Rodríguez Viñuelas, que si vamos a la corrida de Tomás Angulo. ¡Pues claro! ¡Seis en solitario y en Almendralejo! ¡Como para quedarte en casa!

Muere, leo, José Emilio Rodríguez Menéndez, Emilione para los colegas de profesión, hombre con al menos tantos puntos a favor para haberse llevado el Nobel de la Paz como Pedro y con la espina clavada de que le dejasen injustamente fuera de la quiniela de este año. ¡Otro grande del entretenimiento y la política que se nos va! Lo superaré, eso sí, mucho antes que lo de Claudia, inolvidable en Mando perdido.

Porque una buena percha de mujer nacida mujer… ¡Eso sí que no tiene precio! ¡Vivan las mujeres de bandera!