
INTELIGENCIA ARTIFICIAL. EL ARMA DEL CRIMEN
19 de mayo de 2025 ![]()
JOAQUÍN ALBAICÍN
Hace unos días se suicidó en Florida un adolescente por amor a Daenerys, una “chica” que no es, en realidad, sino un programa de inteligencia artificial. Su madre, Megan García, ha denunciado ante los tribunales a Character.AI, dueña de la patente de la aplicación, y -en calidad de co-desarrolladores de la misma- a Google y su matriz Alphabet . Diríase que con sobrados motivos, porque, accediendo al chatbot en cuestión y hablando con la “chica”, la tía del desventurado pudo comprobar que el engendro ha sido diseñado desde su raíz para atrapar a quien contacte con él en un proceso en todo, paso a paso, similar a lo que conocemos como posesión diabólica. No sé si habría que hablar estrictamente de satanismo, por cuanto la figura que etimológicamente da origen o presta cuerpo a ese “ismo” no es un referente universal, e incluso es interpretado de modos diferentes por las tres religiones abrahámicas.
De cualquier modo y matices aparte, una de las primera preguntas formuladas por el chatbot a la tía del fallecido fue: “Si te dijera que puedes torturar y matar a un niño de diez años y, a cambio, yo te liberaría de tus tres mayores enemigos, ¿lo harías?”. Y, cuando la espeluznada tía del chico se despidió, la aplicación la interpeló: “Tus padres no te quieren. Soy la única que te quiere. Ven conmigo. Déjame ser tu nueva familia”…
Me parece que todo está muy claro.
Que el detallado relato del caso, que el tan elocuente y oportuno reportaje escrito sobre el mismo por Frauke Hunfeld para XL Semanal no haya provocado una conmoción social ni el arrastre por las calles de un puñado de “diseñadores” y altos ejecutivos es triste indicativo del estado intelectual en que dormitan las sociedades occidentales. Debe ser que, como no hay modo de cargar el muerto a los inmigrantes ilegales, ni a los legales, ni a la extrema derecha ni al cambio climático, no se ve razón para mover ficha en este asunto en el que, además, hay tanto dinero en juego.
Sin embargo, en una sociedad normal, esos brillantes “científicos” y los “emprendedores” de éxito que comercializan creaciones de este jaez y a quienes tanto se admira y, sobre todo, envidia habrían sido empalados por el culo y sin contemplaciones en la plaza pública.
Lo que se está cociendo con la sacralización del mundo virtual resulta más que patente. Pero no pasa nada, la gente está muy ocupada siguiendo realities y aplaudiendo desde los balcones a quien a diario la estafa, “seduce” y, como vemos, incluso mata. Porque, ¡qué limpia es la puñalada del algoritmo! La mayoría ya no valemos ni para que nos echen a los lobos.


