LA EXTRAÑA ODISEA DEL SEÑOR ROBERT BLAKE

LA EXTRAÑA ODISEA DEL SEÑOR ROBERT BLAKE

5 de julio de 2025 0 Por Ángulo_muerto
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Alberto Ávila Salazar

El Diario mágico de Robert Blake, de Albert Kadmon, reivindica un tipo de literatura olvidada (o tal vez inexistente) y vuelve a encantar un mundo desencantado

A menudo las lecturas escogidas al azar parecen seguir un plan preconcebido, esto es lo que me ha sucedido con Diario Mágico de Robert Blake (Rizoma, 2025) de Albert Kadmon, que parece resonar con Naufragio del recuerdo (Mandala ediciones, 2025) de Julia Outón, que reseñé en esta misma casa hace unas semanas. Las semejanzas en un primer término parecen evidentes, se trata de dos libros confesionales con un poderoso contenido esotérico y están escritos con un abierto desinterés hacia las corrientes literarias dominantes; son dos ejemplos de literatura indómita y libérrima que encuentran su identidad por sí mismos. A pesar de todo, las diferencias son considerables y estas líneas incumben a Albert Kadmon, que ha construido un libro brevísimo, de menos de 70 páginas, y maquiavélicamente pensado para ser leído de una sola sentada.

Kadmon es un periodista cultural que ha venido pìcoteando en varios medios dejando una impronta personal, como escritor ha firmado Psicovírico (Rizoma, 2023) o Panero y la antipsiquiatría (Antipersona, 2019) y como editor está detrás del sulfúrico sello Pathosformel que nos ha ofrecido obras del Colectivo Juan de Madre o del chiflado Edward Lee. En este Diario mágico Kadmon hace un ejercicio paseante y esotérico en el que ha escogido disolverse. El yo suele ser el lastre de la literatura de autoficción (no perdamos de vista el género de este libro), pero en este caso se diluye porque el protagonista, ese personaje que deviene Robert Blake, es una antena que recoge las potencias de su entorno y las vuelca sobre el texto. El Kadmon de ficción es una entidad hipersensible que se deja llevar por flujos intelectuales y sensoriales, que está dentro y fuera de sí, y que se declara bajo la influencia de los mismos estímulos que lo configuran.

El libro es un juego neurótico e hiperestésico en el que se barajan conceptos como teoría-fición, antipsiquiatría o psicogeografía, pero en su esencia es un viaje identitario tan viejo como el mundo. El yo mutable de Albert Kadmon, el mismo que empieza el libro contando que «el primer recuerdo que tengo atendiendo a las plegarias de un dios irracional fue a los catorce años» se convulsiona en un viaje mínimo por Lleida, por El morador de las tinieblas de Lovecraft y los textos alucinados que compartían Burroughs y Gysin. Pero hay mucho más, la Orden del Triángulo Negro hace acto de presencia junto con las batallas de rimas de la Liga Bazooka o los bucles obsesivos de la música de William Basinski. Todo confluye en el espacio atómico y cambiante de un cerebro pulido por untuosas bellotas de hachís. Así se desarrolla un estilo de literatura que, sea por casualidad o quizás porque de verdad hay una corriente que está cristalizando, recurre a la vieja magia para recomponer un mundo arrasado por una conectividad global que le ha llevado a cotas inanidad asombrosas. Libros como el que citaba al principio de Julia Outón, El mapa y el ectoplasma de Carlos M. Pla (Aurora Dorada, 2025) o los dos opúsculos sobre la Orden del Triángulo Negro (Grimorio del Triángulo Negro y La araña en el templo, Aurora Dorada, 2023 y 2025) están reanimando un género ninguneado como es el diario mágico. Robert Blake es un alter ego de Robert Bloch y una creación de H.P. Lovecraft, ha resucitado en la neurosis de Albert Kadmon (que probablemente sea también alguien más; quién sabe, quizás sea usted o yo mismo) en estas páginas para morir, y hacerlo «convertido en comida en bastante habitual en el mundo animal». La magia está servida y Albert Kadmon es el médium.