¡Vive peligrosamente!
3 de octubre de 2021
JOAQUÍN ALBAICÍN
Tras su derrota en la guerra y no siempre bajo identidades espurias, la mayoría de los antiguos funcionarios más o menos nazis supervivientes a la debacle del III Reich siguieron ocupando con toda tranquilidad e impunidad sus puestos de antes en la judicatura, la policía, el espionaje o el tejido empresarial de Alemania. Y, en el caso de los fugitivos o de los soldados nostálgicos, no fueron pocos los “becados” como científicos, “asesores” policiales o mercenarios al servicio de regímenes sudamericanos o árabes o, en muchos casos, al de la CIA. A ese mundo de buscavidas medio en fuga, gente poco en paz con su pasado y, en general, remanentes descolocados de un mundo extinto, se ha asomado Francisco José Rodríguez de Gaspar en su estudio, publicado por Almuzara, sobre la figura enigmática y tan literaria de Otto Skorzeny, reputado jefe de comandos y actor directo en la liberación de Mussolini antes de -sin cuentas que saldar con los Aliados tras su exoneración judicial de los cargos de que se le acusaba- dar con un buen acomodo profesional y civil en la España franquista.
La historia de Skorzeny nos remite al número 25 de la madrileña calle de la Montera, donde mantuvo abierta durante años la oficina de su empresa de importación y exportación. También en Montera existió un despacho de Joven Europa, grupo un poco fantasmal dirigido por un oculista belga. Y en la misma calle, en una pequeña galería comercial, mantuvo más tarde un editor faccioso varias reuniones con Tejero y algunos de los conspiradores del 23-F. Así que Montera no sólo es historia del puterío de acera, sino que también fue asiduo campo de operaciones de los servicios secretos españoles en una época en que brotaron en España algunos grupúsculos neonazis cultores de Wagner y de Walt Disney a los que dudosamente el antiguo comando tomaría demasiado en serio.
El nazi más peligroso en la España de Franco, se titula la obra de Rodríguez de Gaspar… Pero en esta se nos dice que Skorzeny se empleó por aquellos años a las órdenes de la CIA… Y, ¿no se supone que esta entidad es el novamás de las organizaciones defensoras de la democracia? ¿Tan peligroso, pues, era? ¿No se alineaba del lado de los buenos? Por otra parte, no queda claro que Skorzeny hiciera otra cosa que reunirse con antiguos nazis, hábito nada raro al serlo él, y menos aún si muchos de ellos operaban también en provecho de la CIA. Skorzeny cerró, sí, negocios como intermediario en ventas de acero alemán a empresas estadounidenses merced a contratos también facilitados por la propia Agencia. También se dedicó al tráfico de armas y abrió una agencia de seguridad privada en Alicante, seguramente la que inspiró a Forsyth Los perros de la guerra. Pero, eso… ¿no lo hace mucha gente? El propio gobierno norteamericano tiene a día de hoy en nomina a montones de guerreros de fortuna a fin de seguir expoliando Iraq y Siria sin que la opinión pública de su país pueda reprocharle la muerte de demasiados de sus soldados de filas.
Rodríguez de Gaspar ha buceado con afán en la prensa de provincias de la época, la misma a la que recurre quien suscribe para averiguar cómo anduvo Pepín Martín Vázquez aquella tarde con Armillita en Mérida o seguir el rastro de los avistamientos de ovnis en Zafra en la época dorada de la ufología. Destapa asimismo elocuentes documentos sobre viejos nazis hace no mucho desclasificados por la CIA. ¿Es verdad que, como aseguró Rafi Eitan, una leyenda del Mosad, Skorzeny trabajó no sólo para los americanos, sino también para Israel? ¿O se limitó Eitan a segregar pura desinformación, al fin y al cabo su trabajo de toda la vida? Se antoja algo dudoso que el Mosad ofreciera “perdonar la vida” a un ex militar alemán que jamás había sido encausado por perseguir o asesinar a judíos, aunque sí puede que le formulase alguna tentadora oferta a cambio de poder llegar hasta algunos de sus conocidos que sí encajaban en ese macabro perfil… Y que él la aceptase. Sus archivos personales, consultados por Rodríguez de Gaspar, parecen confirmarlo.
Sí resulta algo sorprendente que no haya reparado la concienzuda investigación en que la Legión de Carlos V proyectada por Skorzeny con los generales Guderian y Speidel -futuro jefe de las fuerzas terrestres de la OTAN- entre comidas en Horcher y vuelos a Tempelhof en el tramo medio del franquismo, cuando ya el Caudillo y los americanos se llevaban muy bien, no huele en realidad sino a haber sido un claro antecedente o embrión de algo que años después sí se concretó: la Red Gladio, puesta en pie para partisanizar la retaguardia del Ejército Rojo en una Europa eventualmente invadida por la URSS y sus Estados vasallos gracias a un entramado paramilitar formado no tanto con nazis históricos, que no andaban ya para tales trotes, como con jóvenes neofascistas manipulados o dirigidos -como se prefiera y según los casos- para cometer atentados por los servicios secretos alemanes, italianos o norteamericanos, entre otros.
Recorre el libro, de la primera página a la última, una fauna de lo más sabrosa. Ya en el arranque nos topamos, como asistente en 1975 a la incineración en el cementerio de la Almudena de los restos de Skorzeny, con el capitán Walter, estrafalario personaje al que recuerdo haber visto mil veces en mi adolescencia colocando en el Rastro su puesto de pegatinas y revistas nazis, siempre con gafas negras y una gorra del Afrika Korps. Y, ya al final, con el siniestro banquero suizo François Genoud, que exhibió ese buen gusto típicamente nazi de invitar a los amigos a una opípara cena y unas copas antes de anunciarles su inminente suicidio y palmarla casi, casi delante de ellos. ¡Ya no quedan anfitriones así!
El libro sale más o menos al tiempo que el dedicado -también con Almuzara– por José Manuel Portero al exilio “alemán” en España: Nazis en la Costa del Sol, una obra compendio de otras y reveladora de lo mucho que no sólo a Skorzeny, sino también a Leon Degrelle o a los ex escoltas de Hitler -Wolfgang Jugler y Otto Rehmer, muerto éste en Marbella en 1997- les gustaba eso de andar en bañador y silbar himnos bélicos entre espeto y espeto en el chiringuito.
Prosigue uno, como se apreciará, leyendo sobre sujetos hace tiempo en el trasmundo pero que, a tenor del juego periodístico y literario que dan sus vidas, continúan apareciendo en los medios casi como si a día de hoy siguieran de cañas en Montera o bronceándose en la piscina del Marbella Club. Para esta noche, precisamente, anuncia Tele 5 un documental sobre Skorzeny. Así que… ¡Seguiremos!.