ESOS FUTUROS QUE NO LLEGARON NUNCA PERO NOS ACECHAN
5 de octubre de 2024
Frank G. Rubio
¿Nos hemos convertido en nuestros propios antepasados?
Ian Watson: autor británico afincado hace años en España, concretamente en Gijón, es uno de los escritores de genero fantacientífico más interesantes de nuestro panorama literario. Un autentico superviviente. Ha cultivado la ciencia-ficción, muchas veces en su variante de ficción especulativa (es un novelista prolífico) y también el terror. Nació en 1943 en St Albans (Hertfordshire), se formó en Oxford en lengua y literatura inglesas, desarrollando su actividad profesional como enseñante de lengua inglesa antes de consagrarse a la escritura en países como Tanzania o Japón. Es autor también de numerosos relatos, entre otros el que inspiró la película de Spielberg Inteligencia Artificial (2001) Inició su carrera literaria con esta variante narrativa en New Worlds (1969)
Recuerdo perfectamente la impresión que generó en mí, también en Francisco Arellano, su primera novela: Empotrados (1973). Ganadora del Premio Apollo 1975 (Francia) y publicada en Súper Ficción, la excelente colección de Martínez Roca, en 1977. Su obra Visitantes milagrosos (1978) aporta interesantes ideas al asunto de los “objetos volantes no identificados” (U.F.O.), tan detestado por numerosos lectores de ciencia-ficción españoles, que no son precisamente los individuos más avispados o mentalmente flexibles del universo. No es el franquismo, llevamos más de cuatro décadas sin eso, debe ser algo que echan en el agua…porque también afecta a las mujeres.
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“El viaje de Chéjov” (Checov´s Journey, 1983) es una novela fascinante donde concurren temáticas variadas, alguna de ellas especialmente valorada por Paco, editor también de El inca de Marte (2013). Por poner un ejemplo: la ciencia-ficción de la época soviética. Watson, conocedor de la obra de Anton Chéjov (1860-1904), a la que dedicó jornadas de estudio intensivo, como nos cuenta en la muy interesante Introducción, elabora una sofisticada fantasía situando como punto de partida el viaje que el escritor ruso realizó a la isla de Sajalín en 1890 y que fijó en forma de Crónica (1895).
Todo ello, y aquí nos permite insertarnos magistralmente en lo fantástico especulativo, tras la estela del inquietante episodio de Tunguska (1908). La novela se hace eco, como toda la ciencia-ficción, de situaciones del momento: en este caso la innovación de la Norteamérica de Reagan (1911-2004) del sistema de armamento denominado “guerra de las galaxias”. También de las investigaciones parapsicológicas soviéticas sobre las que se ha vertido una cantidad ingente de tinta. La novela es compleja, llena de fuerza y creatividad, resultando estilísticamente impecable. Léanla, no se arrepentirán de ello y tendrán una explicación del asunto de Tunguska, la explosión que devastó la taiga en 1908, muy original e inquietante.
La novela, como señala un comentarista en red autodenominado “Richard”, tiene tres tramas narrativas: una de ellas ya citada, el viaje de Chéjov a la isla de Sajalín donde por entonces existía una colonia penitenciaria. La segunda la constituyen las vicisitudes de un equipo soviético de rodaje, embarcado en plasmar una película sobre Chéjov, que utiliza una técnica experimental de hipnosis sobre el actor que encarnará al clásico ruso. La tercera la integra un viaje a las estrellas situada en un futuro alternativo donde una expedición soviética, utilizando como “tubo de lanzamiento” un retorno de la nave a un tiempo primigenio, acabará desencadenando el desastre de 1908 conocido como “explosión de Tunguska”.
La obra incluye entre sus personajes a Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935), el padre del programa soviético de cohetes, en la expedición a Sajalín. No es una obra didáctica, tampoco una novela excesivamente refinada literariamente, lo cual muchas veces es de agradecer, es una novela de ideas en concreto las relacionadas con el potencial de la mente humana para influir mediante “la conciencia” en la configuración de lo real…
Como siempre me niego a realizar una sinopsis pero tomo de la contraportada alguna referencia para estimular la lectura de esta obra apasionante. La novela se sitúa en algún momento de su deriva en un futuro donde la URSS lanza naves espaciales que viajan por las avenidas del continuo “pasado-mañana” a la conquista de las estrellas. Todo ello hecho posible por las ecuaciones secretas del viaje en el flujo temporal. Pero…siempre se complican las cosas con eso del “colapso de la función de onda”. También nosotros en nuestro tiempo, como determinados personajes de esta novela escrita en los umbrales de los 80, somos probablemente víctimas de procedimientos ignotos de sugestión colectiva que ocultan un mesmerismo invasor…
EL VIAJE DE CHÉJOV
Ian Watson
Las vainas no descansan, no hay que dormirse, ni en un Sema…